100 días de escritura: reflexiones de un reto literario

Muy buenas, mis valientes guerreros. Hoy os traigo un artículo que me hace especial ilusión porque es un reto conseguido y una experiencia que volveré a repetir. Y sí, como habéis podido adivinar por el título, he estado escribiendo durante cien días y os traigo mis reflexiones al respecto. ¡Allá vamos!

¿Cómo surgió la idea?

Siempre he sido un poco inconstante con el tema de la escritura. Me encanta escribir, es algo que me apasiona, pero nunca he tenido la disciplina suficiente como para pasar más de quince o veinte días escribiendo seguidos. Incluso en los NaNoWriMos había algunas veces días en blanco. Desde el NaNo de 2022, me ha costado bastante escribir porque tenía una historia a medias, nuevo trabajo y nuevos estudios, lo que ha hecho que se dieran las condiciones idóneas para que me costara aún más ponerme a escribir. Sin embargo, cuando tienes el gusanillo de la escritura dentro, eso no se va.

Durante estos últimos años, he tenido rachas de escritura para acabar proyectos que aún no han visto la luz, cosas que necesitaba terminar y que lo hicieron. Una vez concluido un proyecto, la constancia se iba y volvía la sequía. Pero a principios del año pasado, quise retomar las publicaciones en el blog, pero me fue imposible. Durante muchos meses he estado pensando en la manera de superar ese bloqueo y comencé de nuevo a plantearme escribir aquí, en el blog, como lo hacía antes. Tenéis una entrada al respecto aquí. Y en agosto, antes de empezar de nuevo con el blog, compré el cuaderno de cien días de escritura de Gabriella Literaria por sugerencia de mi querida amiga Isabel Garrido (os dejo su blog, os va a encantar si no la conocéis).. Lo habéis visto más de una vez por Instagram. No lo empecé hasta mediados de septiembre. Me daba mucho respeto eso de tener que escribir durante tanto tiempo y no quería fallar. No ha sido un desafío nada fácil, pero sí me ha ayudado a entender muchas cosas de mí como persona y como escritora.

De lo bueno y de lo malo

Voy a empezar con las cosas malas, aunque en el título lo ponga al revés. Me he dado cuenta de lo fácil que es que nos dejemos llevar por la rutina diaria y olvidemos lo que realmente queremos. Al hacer un esfuerzo consciente por hacer este reto de escritura, he visto que había días en los que era realmente complicado ponerse a escribir. Un viaje, mucho trabajo, agobio con las tareas que se acumulan, una salida con amigos; nos ponemos cualquier excusa para no salir de nuestra zona de confort. Ahora soy más previsora y si veo que algo de eso va a ocurrir, busco la manera de poder sacar un momento para escribir, aunque sean cinco minutos en mi cuaderno.

Otra cosa de la que ahora tengo mayor conciencia es de lo difícil que es ponerse a escribir sin un tema en mente. Me explico: si no sabes qué vas a escribir cuando te pones delante de la hoja en blanco, es muy posible que tengas un bloqueo. Tener un objetivo o un tema predeterminado ayuda mucho a que las palabras fluyan. Os pongo un ejemplo. Tenía una novela sin acabar, me quedaban apenas unos seis o siete capítulos para concluirla, pero la había dejado ahí durante años. Cuando he comenzado este reto (uno de los motivos era terminar esta novela), al tener claro el objetivo, la historia y qué era lo que iba a escribir, las palabras salían solas. Pero, cuando la terminé, fue muchísimo más complicado sacar las palabras. Mis primeros treinta días son muchísimo más abundantes en palabras que los últimos. Llegó un momento en el que no sabía qué escribir. No obstante, como siempre digo, el bloqueo se supera escribiendo. No es fácil, salen unas m**rdas horribles, pero al final eso pasa. Ahora, aunque sigo teniendo días en los que me siento a escribir por hábito e inercia y no tengo un tema, busco algo sobre lo que escribir: describir una noche de invierno con la luna clara, una escena de una historia que no sé si llegará a ser o no, una introspección de un personaje que me llama la atención… Lo importante es seguir escribiendo.

Una de las mejores cosas que he descubierto con este reto es que la creatividad aumenta cuanto más la ejercitas. Me siento más creativa y con más ideas desde que empecé este reto y es algo que me ha hecho, además, ser valiente para poder emprender nuevos retos, como mi canal de Youtube. Mi cuaderno está rebosante de ideas y proyectos y es algo que echaba de menos, porque, ya os lo he dicho, la sequía ha sido muy larga y este reto de escritura ha sido como agua de mayo. Os recomiendo, como siempre hago, que llevéis un cuaderno con vosotros porque la inspiración te puede encontrar en cualquier momento, pero hay que saber atesorar esos pequeños momentos que nos da la creatividad.

Otra cosa realmente fascinante y que sabía, pero que he tenido que experimentar por mí misma, es el poder de los hábitos. Sabéis que a mí me gustaba mucho en NaNoWriMo, que tengo varios artículos en el blog al respecto y que he participado durante bastante tiempo. Sin embargo, este año quería plantearme la escritura desde un punto de vista distinto. Es cierto que durante el NaNo escribo mucho, sí, pero también es cierto que ha habido varios en los que, al pasar unos pocos días, he abandonado. Mi racha de escritura moría ahí. Pero esta vez quería realmente mantener el hábito, escribir diariamente y ver qué era lo que podía lograr. El resultado, aunque ha sido modesto, son más de sesenta mil palabras escrita y casi treinta y cinco horas dedicadas únicamente a escribir. Insisto, no son los mejores resultados, pero son mucho mejores que los últimos dos o tres años, así que estoy bastante contenta en ese sentido. Si no hubiera sido por este reto, no le habría dedicado tanto tiempo a la escritura y no habrían salido esas palabras. Puede que siguiera lamentándome por mi falta de constancia. Pero ahora, que sigo manteniendo la racha más de una semana después de terminar el reto, mi ratito de escribir es sagrado y, aunque sean unas pocas palabras, tienen que salir antes de irme a dormir.

Y ahora, ¿qué?

Mi idea es, a partir de ahora, seguir consolidando el hábito de la escritura, a través de diferentes formas como el journaling, divagaciones (textos improvisados, pero que me gusta llamar divagaciones :P), mi próxima novela o incluso poemas, que ahora estoy intentando escribir poesía y me siento fascinada por ella. Quiero ver hasta cuándo puedo hacer que dure esta racha de escritura y qué ocurre si la rompo. Es un experimento que tengo conmigo misma y que me está ayudando a conocerme mejor como persona y como escritora.

También voy a sacar tiempo para revisar todo lo escrito en estos meses, así como los proyectos que tengo concluidos y están sin revisar. Me gustaría poder mandar algo a las editoriales este mes o publicar en Amazon mi segunda novela, pero sé que esto me va a llevar un tiempo y que ese tiempo tiene que ser también planificado y contemplado como parte del tiempo que le dedico a mis proyectos literarios.

¿Volvería a hacerlo?

Sin duda, volvería a hacer el reto y, de hecho, mi idea es volver a hacerlo el año que viene, una vez que hayan concluido las fiestas, para hacer un balance de cómo he cambiado, a nivel literario, durante todo este año 2025. Creo que es una buena manera de ser constante y, lo más importante, te ayuda a conocerte y a saber salir de esos bloqueos que provoca la página en blanco, que ya os digo que no son pocos cuando no tienes un tema claro en la cabeza. Os iré informando de todo esto.

Y, de momento, eso es todo, guerreros. Este es un tema en el que quiero profundizar más y que os volveré a traer en las próximas semanas porque me parece que es interesante hacer estos retos literarios para establecer unos hábitos de escritura y aprender a ser más constantes. Y vosotros, guerreros, ¿qué pensáis? ¿Os animáis a hacer un reto de escritura como este? Os leo en los comentarios y nos leemos en el próximo artículo.