El principio KISS o la simplicidad de las cosas

Muy buenas, mis queridos guerreros. Hoy os traigo un artículo para intentar simplificar nuestra vida a través del principio KISS (del inglés Keep It Simple, Stupid), una forma de no meternos en camisa de once varas cuando lo sencillo es lo mejor. Vamos allá.

¿Qué es el principio KISS?

El principio KISS se remonta a los años 60 del siglo XX, cuando la Marina estadounidense utilizó esta filosofía para la fabricación de aviones y que se atribuye al ingeniero Lockheed Skunk Works. Consiste, básicamente, en no liar más las cosas y tratar de seguir el camino más sencillo y simple posible. Pero los humanos somos de complicarnos y simplicidad o sencillez no están reñidos con dificultad, por lo que, en muchas ocasiones, mantener las cosas sencillas es bastante difícil.

Pongamos un ejemplo: nos hemos propuesto salir a correr. Decidimos hacerlo después del trabajo. Llegamos a casa tarde. Ha sido un día duro. Hemos tenido reuniones y hemos tratado con los clientes, lo que hace que estemos agotados. Es tarde y no nos apetece nada salir a correr. La televisión está ahí, a solo un click de nuestra serie favorita en Netflix. Y se nos olvida que nos habíamos propuesto ir a correr. «Ya iré mañana», pensamos en un vano intento por limpiar nuestra conciencia. Y llega mañana y la misma rutina se repite. ¿Te suena?

Muchas veces nos complicamos la vida pensando que las cosas son más difíciles de lo que son. El mensaje directo es más sencillo que las indirectas. Una imagen vale más que mil palabras. Pero hay cosas que, aunque simples, son complicadas. No es fácil decirle a alguien lo que sientes y aunque la luna esté hoy muy hermosa, es posible que la cámara de tu teléfono móvil no le haga la mejor de las fotos, pero hay que esforzarse por mantenerlo lo más sencillo posible.

La planificación, un punto clave

Si quieres ir a correr, quizás deberías dejar preparada la ropa de deporte y las zapatillas en un lugar visible para cuando llegues a casa. Cuando la veas, pensarás «Cierto, tengo que ir a correr. Me pondré mi música favorita para motivarme». Si tu objetivo es comer más sano, quizás deberías hacerte un menú semanal. Así no tendrás que pensar más en la comida, podrás hacer una compra acorde a lo que has planificado y podrás ahorrar dinero. ¿No sabes cocinar? Empieza por platos básicos, del día a día, que te gusten pero que sean sencillos. ¿Que te parece un plato de pasta a la boloñesa o, quizás, un arroz con verduras? Una comida sabrosa no está reñida con ser simple.

La planificación de las cosas de una manera sencilla y amigable nos puede ayudar a mantener nuestra vida mucho más sencilla. La magia de las rutinas, por ejemplo, es una forma sencilla de lograr cosas gracias a la automatización del proceso. Si tú mantienes una rutina durante el tiempo suficiente con los pasos adecuados (aquellos que no son un gran esfuerzo, sino pequeños hábitos que se han implementado poco a poco), ese proceso se automatiza y resulta más sencillo de llevar a cabo. El ejemplo más básico y típico de rutina es la rutina de las mañanas, en la que solemos hacer las mismas cosas siempre (un ejemplo: nos levantamos, nos damos una ducha, tomamos el desayuno y nos vamos al trabajo). Es algo que tenemos arraigado a base de repetición y simplificamos al máximo para tardo el menor tiempo posible en lograr el resultado deseado.

Mantener las cosas sencilla no es una tarea fácil, pero cuanto más descarguemos a nuestro cerebro de complejidad, menos nos costará hacer las cosas. Es economía básica para la mente: cuanto más sencillo, más fácil de hacer.

¿Os apuntáis a llevar la simplicidad a vuestra vida?